[Devocionario Católico]
Principal > Lecturas > Textos


[Ir a la página anterior]
[Indice]

[Ir a la página principal]
[Principal]

[Ir a la página siguiente]
[Indice]

REZAR EN LA ENFERMEDAD
MOTIVOS PARA REZAR POR UN SER QUERIDO O POR UNO MISMO


[Habitación de hospital con enfermo en cama y un  hombre arrodillado en actitud de rezar]

Versión pdf para imprimir o descargar


La enfermedad es un estado de sufrimiento que envuelve a todos los seres humanos en diversos grados y en diferentes momentos de su vida. El conocimiento de nuestro estado de criaturas frágiles e indefensas pasa inevitablemente por el sufrimiento del cuerpo, por ese dolor que desde la infancia descubrimos que es sólo nuestro, contra el que nada puede hacer el cariño materno, los cuidados aportados por quienes nos quieren. A medida que crecemos, esta conciencia se hace más fuerte y arraigada, pues a lo largo de nuestra vida somos presa del sufrimiento de quienes nos rodean, de la enfermedad de nuestros seres queridos. Pero en este estado doloroso, en el mismo momento en que nos damos cuenta de nuestra vulnerabilidad, la oración viene en nuestra ayuda. Aquí, pues, la oración por los enfermos, que se reza por nosotros mismos o por un ser querido que sufre, se convierte no sólo en un instrumento de fe, sino en un alivio para el espíritu exacerbado por la ansiedad, por el dolor.


La oración por los enfermos no es una oración para la curación física, para eso conviene dirigirse al médico y a quienes tienen los instrumentos para cuidarnos. Pero rezar puede resultar una ayuda incomparable para afrontar la enfermedad y el sufrimiento, un bálsamo para el cuerpo y el alma. Después de todo, el hombre siempre ha invocado a Dios, o a la Virgen o a ciertos santos en busca de ayuda y consuelo en casos de enfermedad grave, hasta el punto de que se pueden identificar varios santos patronos a los que también se llama santos sanadores a los que invocar en casos de enfermedades particulares. Pensemos también en las peticiones de gracias que se dirigen a Nuestra Señora, nuestra Madre del Cielo con humildad y fe en el mes mariano, rezando el rosario o la novena a la Virgen desatanudos.


Precisamente al reconocer nuestra incapacidad para afrontar por nosotros mismos la enfermedad y el dolor físico, aceptamos nuestro destino de criaturas frágiles e imperfectas, y nos remitimos a la voluntad de Dios, a su inmenso amor, que podemos invocar con la esperanza de encontrar alivio al sufrimiento y ser curados. Incluso la práctica de la unción de los enfermos, que procede de Jesús, de su profundo amor por los enfermos y los que sufren, nos hace darnos cuenta de hasta qué punto la Iglesia y quienes forman parte de ella dependen de la misericordia divina para recibir ayuda en la enfermedad. Cristo imponía sus manos sobre los enfermos e inválidos, invocando la curación milagrosa de Dios Padre, y del mismo modo el sacerdote unge a los enfermos, invocando la bendición y la Gracia sobre ellos en su hora de mayor sufrimiento.


Pero hay más. En los últimos años, muchos estudiosos, científicos y teólogos, han demostrado que rezar es realmente una medicina que puede curar el cuerpo a través del alma. Cuando rezamos, nos recogemos en nosotros mismos, en una forma meditativa que provoca también efectos físicos: reducción del ritmo cardíaco y de la presión sanguínea, por nombrar sólo dos, pero también una reducción significativa del cortisol, la llamada "hormona del estrés", y una relajación de la tensión muscular. Todos estos efectos físicos mejorarían nuestra respuesta inmunitaria contra cualquier enfermedad, ayudando al cuerpo a mantener un estado general de salud y a contrarrestar enfermedades como la arteriosclerosis, el aumento del colesterol y la diabetes. Además, la oración aumenta los niveles de serotonina en la sangre, ayudando a gestionar mejor la emotividad y contrarrestando la ansiedad, la depresión, el insomnio, la impulsividad y el estrés. La oración es una medicina, pues, que nos hace enfermar menos y curarnos antes.


"Orad sin cansaros y no os olvidéis nunca de dar gracias a Dios" (Colosenses 4:2), pero también "Les propuso de nuevo esta parábola para mostrarles que debían orar siempre y no cansarse" (Lucas 18:1) En las Escrituras, Jesús exhorta a menudo a los que le rodean a rezar sin cansarse nunca, porque la oración, cuando se cultiva con perseverancia, ayuda a alimentar la propia fuerza interior y nos hace más fuertes contra el mal y la enfermedad. A través de la oración, Dios conoce nuestras necesidades y puede ayudarnos a satisfacerlas.


He aquí el texto de una oración por los enfermos, una de las más famosas:

Señor Jesús, que en tu vida siempre has mostrado cuidado, comprensión y afecto por los enfermos, escucha mi voz como persona enferma y que sufre.

Mi ser se rebela contra la enfermedad, a la estancia en el hospital, a la precariedad de la situación actual.

En este momento me resulta difícil repetir: "Hágase tu voluntad", pero quiero al menos intentar aceptar esta situación. Creer que mi sufr-miento asociado a tu pasión cobrará sentido y valor también para otros.

Bendice a las personas que se preocupan por mí, a los que me cuidan, a los que me recuerdan y a los que sufren conmigo.

Dame el valor para sufrir y la esperanza de sanar para que aún pueda alabarte y darte gracias, Señor dador de vida y Padre de la misericordia. Amén.


Traducción de texto original publicado en inglés el 1 de noviembre de 2023 en:
www.holyart.com /blog/religious-items/prayer-for-the-sick-praying-for-a-loved-one-or-for-yourself/

[Ir a la página anterior]
[Indice]

[Ir al principio de esta página]
[Subir]

[Ir a la página siguiente]
[Indice]



Principal | Eucaristía | S. Trinidad | Dios Padre | Jesucristo
Espíritu Santo | Virgen María | San José | Santos
Devociones varias | Lecturas | Información

Devocionario Católico - http://www.devocionario.com
Copyright - Enviar correo - Ayuda