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LA ORACIÓN PARA ...
3. SAN AGUSTÍN DE HIPONA
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Páginas: 1. S. Juan María Vianney | 2. S. Teresa de Jesús
3. S. Agustín de Hipona | 4. S. Juan Crisóstomo

 

1. "Vete al Señor mismo, al mismo con quien la familia descansa, y llama con tu oración a su puerta, y pide, y vuelve a pedir. No será El como el amigo de la parábola: se levantará y te socorrerá; no por aburrido de ti: está deseando dar; si ya llamaste a su puerta y no recibiste nada, sigue llamando que está deseando dar. Difiere darte lo que quiere darte para que más apetezcas lo diferido; que suele no apreciarse lo aprisa concedido". (Sermón 105).

2. "Vergüenza para la desidia humana. Tiene El más ganas de dar que nosotros de recibir; tiene más ganas El de hacernos misericordia que nosotros de vernos libres de nuestras miserias". (Sermón 105).

3. "La oración que sale con toda pureza de lo intimo de la fe se eleva como el incienso desde el altar sagrado. Ningún otro aroma es más agradable a Dios que éste; este aroma debe ser ofrecido a él por los creyentes". (Coment. sobre el Salmo 140).

4. "Si la fe falta, la oración es imposible. Luego, cuando oremos, creamos y oremos para que no falte la fe. La fe produce la oración, y la oración produce a su vez la firmeza de la fe". (Catena Aurea).

5. "Cuando nuestra oración no es escuchada es porque pedimos aut mali, aut male, aut mala. Mali, porque somos malos y no estamos bien dispuestos para la petición. Male, porque pedimos mal, con poca fe o sin perseverancia, o con poca humildad. Mala, porque pedimos cosas malas, o van a resultar, por alguna razón, no convenientes para nosotros". (La ciudad de Dios, 20, 22).

6. "Puede resultar extraño que nos exhorte a orar aquel que conoce nuestras necesidades antes de que se las expongamos, si no comprendemos que nuestro Dios y Señor no pretende que le descubramos nuestros deseos, pues él ciertamente no puede desconocerlos, sino que pretende que, por la oración, se acreciente nuestra capacidad de desear, para que así nos hagamos más capaces de recibir los dones que nos prepara. Sus dones, en efecto, son muy grandes y nuestra capacidad de recibir es pequeña e insignificante. Por eso, se nos dice: Dilatad vuestro corazón". (Carta 130, a Proba).

7. "Con objeto de mantener vivo este deseo de Dios, debemos, en ciertos momentos, apartar nuestra mente de las preocupaciones y quehaceres que de algún modo nos distraen de él, y amonestarnos a nosotros mismos con la oración vocal; no vaya a ocurrir que nuestro deseo comience a entibiarse y llegase a quedar totalmente frío, y, al no renovar con frecuencia el fervor, acabe por extinguirse del todo". (Carta 130, a Proba).

8. "Lejos de la oración las muchas palabras; pero no falte la oración continuada, si la intención persevera fervorosa. Hablar mucho en la oración es tratar una cosa necesaria con palabras superfluas: orar mucho es mover, con ejercicio continuado del corazón, a aquel a quien suplicamos, pues, de ordinario, este negocio se trata mejor con gemidos que con discursos, mejor con lágrimas que con palabras." (Carta 121 a Proba).

9."Haz tú lo que puedas, pide lo que no puedes, y Dios te dará para que puedas". (Sermón 43, sobre la naturaleza y la gracia).

10. "Si vas discurriendo por todas las plegarias de la santa Escritura, creo que nada hallarás que no se encuentre y contenga en esta oración dominical (Padrenuestro)". (Carta 130, a Proba).

 

[Políptico de San Agustín de Piero della Francesca]

Políptico de San Agustín
(detalle) 1460-1470, de
Piero della Francesca

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San Agustín nació en Tagaste en el año 354. Pese al esfuerzo de su madre Santa Mónica en educarlo en la fe cristiana San Agustín pronto se inclinó por llevar una vida licenciosa. Abandonó Cartago para marchar a Roma y más tarde a Milán en donde ejerció como maestro de retórica. Su desconsolada madre no cesaba de rezar por él siguiéndole a todas partes. En su búsqueda de la verdad cayó en el maniqueísmo que más tarde combatirá. En Milán conoció a su obispo, San Ambrosio, famoso por su elocuencia y santidad el cual le recibió con bondad e instruyó en la ciencia divina. Pero el paso definitivo a la conversión lo da cuando cierto día estando en el jardín oye una voz de un niño que le dice "tolle, lege" ( toma y lee). Abriendo al azar un libro de las epístolas de San Pablo leyó el pasaje: "no os revolquéis en el vicio y en la impureza, sino revestíos de Nuestro Señor Jesucristo" (Rom. 13,13). Con 33 años de edad, en la Pascua del año 387, recibe finalmente el bautismo. Siete meses más tarde murió su madre. Fue nombrado obispo de Hipona a los 41 años, lugar donde murió en el 430. Es uno de los doctores más sobresalientes de la Iglesia. Su fiesta se celebra el 28 de agosto.

 

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Oración

¡Oh lumbrera refulgente de la Iglesia de Dios! Pide para nosotros algo de esa luz esplendorosa que te sacó de la sima del error y del vicio, para que también nosotros veamos la antigua hermosura de Dios , siempre nueva, y viéndola, la amemos, y amándola, gocemos de ella sin fin. Ruega sobre todo por la orden ilustre que te llama su padre, y que es como tu prolongación en la tierra.



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