ORACIÓN
        DE SAN AGUSTÍN
         
        Señor mío
        Jesucristo, que por la redención del mundo quisiste nacer,
        ser circuncidado despreciado de los judíos, vendido por
        el traidor Judas con beso de falsa paz, atado y llevado para
        ser crucificado como inocente cordero, presentado ante los tribunales
        de Anás y Caifás, Herodes y Pilatos, acusado con
        falsos testimonios, lastimado con afrentas y azotes, y escupido
        y coronado con espinas; que quisiste ser herido con caña,
        cubierto el rostro, desnudo y clavado en la Cruz, levantado en
        ella y puesto entre ladrones; que quisiste que te diesen a beber
        hiel y vinagre, y ser herido con una lanza: por estas tus santísimas
        penas, que yo, aunque indigno, he traído a mi memoria,
        y por tu Santísima Cruz y muerte, líbrame de las
        penas del infierno y llévame adonde llevaste al buen ladrón
        crucificado contigo, que con Dios Padre, en unidad del Espíritu
        Santo, vives y reinas por los siglos de los siglos. Amén. 
 
         
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        PARA
        PEDIR LA GRACIA DE BIEN MORIR
        ¡Oh Dios mío!,
        ante el trono de tu adorable Majestad me postro pidiéndote
        la última de todas las gracias: una feliz hora de muerte. 
        Muchas veces, en verdad, hice
        mal uso de la vida que me diste; pero a pesar de ello te ruego,
        me concedas la gracia de terminarla bien y de morir en tu gracia. 
        Déjame morir como los
        santos Patriarcas, abandonando este valle de lágrimas
        sin queja, para disfrutar del descanso eterno en mi verdadera
        patria. 
        Déjame morir como San
        José, en los brazos de Jesús y María, e
        invocando estos dulcísimos nombres que espero bendecir
        por toda la eternidad. 
        Déjame morir como la
        Virgen María, encendido de amor e inflamado por el santo
        deseo de unirme con el único objeto de todo mi amor. 
        Déjame morir como Jesús
        en la cruz, con los sentimientos más vivos del aborrecimiento
        del pecado, del amor más filial y de la plena resignación
        en medio de todos mis dolores. 
        Padre eterno, en tus manos
        encomiendo mi espíritu; muestra en mí tu misericordia. 
        Oh Jesús, que has muerto
        por mi amor, dame la gracia de morir en tu amor. 
        Oh María, Madre de mi
        Jesús, ruega por mí ahora y en la hora de mi muerte. 
        Santo ángel de mi guarda,
        fiel custodio de mi alma, no me abandones en la hora de mi muerte. 
        San José, por tu poderosa
        intercesión alcánzame la gracia de morir la muerte
        de los justos. Amen. 
         
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        PARA
        LA HORA DE LA MUERTE
        Señor Dios mío,
        ya desde ahora acepto de buena voluntad, como venida de vuestra
        mano, cualquier género de muerte que os plazca enviarme,
        con todas sus angustias, penas y dolores. 
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        OFRECIMIENTO
        A LA SANTÍSIMA TRINIDAD 
        PARA ALCANZAR UNA BUENA MUERTE 
        
        1. Ofrezcamos a la Santísima
        Trinidad los méritos de Jesucristo en acción de
        gracias por la preciosa sangre que Jesús derramó
        é por nosotros en el huerto, Por los méritos del
        mismo roguemos a su Divina Majestad por la remisión de
        nuestros pecados. Padrenuestro, Avemaría y Gloria... 
        2. Ofrezcamos a la Santísima
        Trinidad los méritos de Jesucristo en acción de
        gracias por la preciosísima muerte que padeció
        por nosotros en la Cruz. Por los méritos del mismo roguemos
        a su Divina Majestad por la remisión de las penas debidas
        por nuestros pecados. Padrenuestro, Avemaría y Gloria... 
        3. Ofrezcamos a la Santísima
        Trinidad los méritos de Jesucristo en acción de
        gracias por la inefable caridad con que bajó del cielo
        a la tierra a tomar carne humana y padecer y morir por nosotros
        en la Cruz; y por los méritos del mismo pidamos a su Divina
        Majestad que después de nuestra muerte conduzca nuestras
        almas, a la gloria celestial. Padrenuestro, Avemaría y
        Gloria...  |