Estampa religiosa impresa
              en Brujas, Bélgica alrededor de 1880, por Vyvere - Peyt.
              La estampa representa a un hombre en su lecho de muerte recibiendo
              los últimos sacramentos rodeado por su ángel de
              la guarda, el sacerdote y su desconsolada familia. El texto invoca
              la misericordia de Jesús en este momento decisivo  
               
             
           
         
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        DECLARACIÓN
        O PROTESTA PARA HACERLO 
        EN SALUD Y RENOVARLO EN LA HORA DE LA MUERTE 
        
        Siendo innumerables los
        peligros a que está sujeta la vida humana, y conociendo,
        yo pecador, que he nacido para morir, y no sé la hora;
        con el fin de que no me halle la muerte desprevenido, he determinado
        disponerme con la ayuda de Dios; y así postrado a los
        pies de mi Señor Jesucristo crucificado por mi amor, declaro
        a todas las criaturas del cielo y de la tierra, que mi última
        voluntad es la que aquí explico en la forma siguiente: 
        En el nombre del Padre, y del
        Hijo, y del Espíritu Santo. Amén. 
        Primeramente digo, que como
        fundamento de mi salvación, protesto en presencia de Dios
        omnipotente, de la Virgen Santísima Madre suya, y de toda
        la corte celestial, que mi voluntad es vivir y morir obediente
        a la Santa Iglesia Católica, Apostólica, Romana,
        creyendo firmemente, como creo, todos los artículos de
        la fe enseñados por los santos Apóstoles, como
        los propone y explica nuestra Santa Madre la Iglesia. Así,
        pues, si alguna vez me ocurriere alguna cosa contra ellos, las
        tengo desde luego por error y por tentación del enemigo.
        Y si, lo que Dios no permita, dijere o hiciere algo que sea contrario,
        en virtud de esta cláusula lo revoco y anulo, y es mi
        voluntad que se tenga por no dicho ni hecho. 
        Declaro por esta mi última
        voluntad, que en mi muerte deseo recibir el santo Sacramento
        de la Penitencia, confesándome enteramente de mis pecados;
        y si por algún accidente no me pudiere confesar, es mi
        voluntad confesarme y dolerme de todos ellos, llorarlos amargamente,
        no tanto por el temor de las penas eternas, cuanto por haber
        ofendido al Sumo Bien, a quien debo servir y amar sobre todas
        las cosas, lo cual ahora propongo firmemente con su divina gracia
        todo el tiempo que me resta de vida. 
        Es mi voluntad recibir también
        el Santo Viático; y si por alguna causa no pudiere ser,
        declaro que mi voluntad es recibirle a lo menos espiritualmente,
        adorando de corazón a mi Señor Jesucristo Sacramentado,
        y suplicándole que se digne acompañarme en tan
        peligroso Viaje, defenderme de los enemigos infernales, y llevarme
        al puerto seguro de la eterna bienaventuranza. 
        Declaro asimismo que mi voluntad
        es pasar de esta vida habiendo recibido el Sacramento de la Extremaunción;
        y no pudiendo recibirle, ruego a mi Dios y Señor se digne
        ungirme con el óleo santo de su misericordia, perdonándome
        los pecados que cometí con los cinco sentidos corporales. 
        También es mi voluntad
        acabar la vida esperando de la infinita misericordia de Dios
        el perdón de todos mis pecados, y la salvación
        de ni alma, teniendo como tengo por infalible la palabra de mi
        Señor Jesucristo, que dijo: No he venido a llamar a los
        justos, sino a los pecadores 
        Confieso que aun las obras
        buenas las hice siempre con muchas imperfecciones y negligencias,
        y para que el demonio quede confuso, declaro que no presumo por
        solas mis obras merecer el cielo, sino principalmente por los
        infinitos merecimientos y preciosa Sangre de mi Señor
        Jesucristo, derramada por mi salvación eterna. 
        Es mi voluntad padecer con
        paciencia y conformidad, hasta el último aliento de mi
        vida, en unión de lo que mi divino Salvador padeció
        por mí, cualquier enfermedad y dolor que Dios me envíe;
        y si por fragilidad y miseria caigo en alguna impaciencia a queja
        inmoderada, desde ahora me arrepiento de la culpa y mal ejemplo
        que de, sea de obra, sea de palabra, rogando A Dios que no me
        desampare en aquel peligroso y ultimo trance. 
        Perdono todas las injurias
        que me hayan hecho los hombres, rogándoles que también
        ellos me perdonen a mí; y a Dios que de ellas no les tome
        cuenta, sino que los ayude y asista con su gracia, usando con
        todos de indulgencias y piedad. 
        Doy gracias al Señor
        por todos los beneficios que me ha dispensado, así espirituales
        como temporales, particularmente por los de la creación,
        redención y vocación a su santo conocimiento, y
        también por haberme hasta ahora esperado a penitencia,
        habiendo merecido que me castigase mil veces con penas eternas.
        Sea para siempre bendita su bondad y misericordia. 
        Deseo que de esta mi última
        voluntad sea ejecutoria la Gloriosísima Virgen María,
        abogada de pecadores, el glorioso patriarca San José,
        y mis principales abogados y protectores, San N. y San N., a
        los cuales ruego que me favorezcan en aquella hora, pidiendo
        al Señor se digne por su infinita clemencia recibir mi
        alma en la paz eterna de los Santos. 
        Constituyo y nombro por defensor
        de mi alma al Santo Ángel de mi guarda, en el tribunal
        de Dios, cuando se vea mi causa, y se pronuncie sentencia definitiva,
        rogándole, que pues nuestro Señor le encomendó
        mi alma, poniéndola bajo su tutela y amparo en esta vida,
        la proteja y coloque por sus manos en las moradas eternas de
        la gloria. 
        Ruego por las entrañas
        de Jesucristo a todos mis parientes y amigos, que me ayuden con
        oraciones y obras satisfactorias, y especialmente con el santo
        sacrificio de la Misa, como medio entre todos el más eficaz,
        para que si, por la misericordia de Dios, fuere mi alma destinada
        a las penas del Purgatorio, se libre pronto de ellas, y vuele
        a gozar de la vista de Dios; que yo les ofrezco no ser ingrato
        a tan gran beneficio. 
        Finalmente, rindiendo humildes
        gracias al Señor, por haberme hasta ahora conservado la
        vida, protesto y declaro ser mi ánimo aceptar la muerte
        en cualquier modo y hora en que me la mande, recibiéndola
        humildemente en satisfacción de mis pecados, y conformando
        en esto y en todo mi voluntad á la suya santísima
        y amabilísima, de la que rendidamente le suplico no permita
        que me aparte jamás. Amén. 
        San Carlos Borromeo  |